La alimentación en la infancia, el punto de partida a un estilo de vida sano

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La alimentación en la infancia, el punto de partida a un estilo de vida sano
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La carne aporta nutrientes esenciales para el correcto crecimiento y desarrollo de los niños

En todas las etapas de la vida la alimentación juega un papel fundamental, sin embargo, la alimentación en la infancia cobra especial relevancia ya que permite construir las bases de lo que más adelante serán los hábitos alimentarios del individuo. Por ello, la alimentación debe ser variada y equilibrada, con representación de todos los alimentos de la dieta.

El primer año de vida es un periodo clave a nivel nutricional, caracterizado por un crecimiento y desarrollo más rápido que en cualquier otra etapa de la vida. Así, la alimentación del bebé debe satisfacer correctamente las demandas de crecimiento y favorecer el desarrollo de hábitos saludables, con una paulatina introducción de alimentos con diversos sabores y texturas.

En el segundo semestre de la vida, a partir de los 6 meses, es cuando tiene lugar la introducción progresiva de los diferentes grupos de alimentos complementando a la lactancia materna, que representa el aporte principal de la alimentación. A esto se le conoce como alimentación complementaria y se va adaptando de forma individualizada al desarrollo y las características de cada bebé.

Es en este momento, a partir de los 6 meses, cuando se comienza a introducir la carne, empezando con carnes como la ternera magra o el conejo, siempre que su preparación la haga jugosa y suave. Además, dicha incorporación ha de ser gradual.

La carne es un alimento rico en proteínas de alto valor biológico, minerales como el hierro y el zinc, y vitaminas, como la vitamina B12, con propiedades saludables que favorecerán el correcto desarrollo del niño. Así, la carne de conejo es un alimento aconsejable durante esta etapa, por su bajo contenido en grasas saturadas y su fácil digestibilidad.

Otros alimentos como la carne de cordero o cerdo también son adecuadas para ir introduciendo poco a poco en la dieta de los niños, como el solomillo de cerdo por su gran jugosidad o derivados cárnicos como el jamón cocido. Sin embargo, debemos esperar hasta los 10-12 meses para introducir otros derivados como el jamón serrano.

En cuanto a la preparación culinaria, existen múltiples opciones como hervida, asada o a la plancha, evitando rebozados, pues para su elaboración se necesita huevo y este no se introduce hasta pasados los 12 meses. Además, para facilitar la aceptación por parte de los niños debemos eliminar la piel, los nervios y la grasa visible antes del cocinado. La forma más habitual de ir introduciendo la carne en la alimentación en la infancia es a través de purés de verduras con la carne triturada, aunque se debe triturar poco para que el niño se vaya acostumbrando a la textura de este alimento. También se puede ofrecer a los niños sin triturar, preparando filetes finos cortados en forma de bastones perpendiculares a la fibra de la carne.

En definitiva, la carne es un alimento con un valor nutricional elevado que debe formar parte de la dieta de los niños, ya que les aporta nutrientes esenciales para su correcto crecimiento y desarrollo.

 

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