Históricamente y desde una perspectiva evolutiva, la carne ha sido apreciada por las comunidades humanas como un alimento nutritivo y altamente simbólico, en un contexto de necesidades biosociales de 3 millones de años. Cuando la ingesta fue baja, esto se debió principalmente al acceso y la disponibilidad limitados o a razones ideológicas y religiosas. Hoy, sin embargo, han surgido argumentos para una reducción generalizada del consumo de carne de varios actores, principalmente en países de altos ingresos.
El propósito de este artículo es resumir los aspectos nutricionales positivos del consumo de carne. Será necesario delinear, comprender y sopesar dichos parámetros para permitir un análisis de costo-beneficio adecuado de cualquier planteamiento de transformación del sistema alimentario, y especialmente de aquellos que desean reducir fuertemente o incluso eliminar el consumo de carne.
